martes, 23 de septiembre de 2008

PESSOA

Entrada importada del Blog de Photoespaña que hice en abril.
Madrid, lunes 7 de abril de 2008
De cualquier viaje, por breve que sea, regreso como de un sueño lleno de sueños; una confusión entumecida, con las sensaciones pegadas unas a otras, ebrio de lo que vi.
Fernando Pessoa. Libro del Desasosiego

Si yo pudiera, si no supiera que estoy obligado a ser yo aunque sea de un modo más pobre, me bastaría con citar siempre este libro para poder decir lo que siento.

Lo que siento, -
dejó escrito con su letra retorcida sobre si misma- en la sustancia verdadera con que lo siento, es absolutamente incomunicable; y cuanto más profundamente lo siento, más incomunicable es.


La memoria tiene capas. Se apilan siguiendo un orden preciso pero incomprensible para la conciencia. Uno puede volver a un acontecimiento del primer año de vida y dotar a ese recuerdo de la misma trascendencia y hondura con que se recuerdan las fechas importantes de la edad adulta. La infancia es la etapa más sabia de la existencia. Los niños, a su modo, comprenden todo y no censuran nada. Hay que escuchar seriamente a un niño cuando habla; tiene claves de las que nosotros carecemos.


La forma en que me han sorprendido algunos recuerdos de mi infancia no es lo que habitualmente conocemos como recuerdo. No existe la formación mental de una imagen que nos evoca algo vivido con anterioridad. Se trata más bien de un tono de voz que atrapo por la calle, un residuo dentro de un olor que no es ese olor pero se parece, una canción que interpretada de otro modo y en otro lugar sería como la canción que creo recordar… No llego a experimentar la sensación del recuerdo, pero si todos los demás sentimientos que deberían acompañarlo. De lo que me acuerdo es de haber recordado en algún momento de mi niñez aquello que ahora me llega como un sueño lejano. Por eso es tan extraño, porque es un recuerdo construido por la memoria de un niño.



A veces pretendo registrarlo todo, para asegurar que no se pierda. Nada de eso me sirve después, siempre acabo trabajando con lo que no pude poseer.

Poseer es perder. Sentir sin poseer es guardar, porque es extraerle a una cosa su esencia.



¡Decir! ¡Saber decir!…

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