Él lo había dicho: "Vivo espantado de estar vivo".
En el destierro adquirió el talante lúgubre, la catadura sigilosa, la índole contemplativa, las maneras lánguidas, el habla despaciosa, y una vocación mística que parecía condenarlo a una celda de clausura.
Del Amor y otros Demonios
Gabriel García Márquez.