miércoles, 29 de diciembre de 2010

LAS TENTATIVAS FRUSTRADAS

Hace un par de meses, paseando por Lyon el día en que Francia votaba la reforma laboral, me vino a la cabeza esta fórmula que se usa en el código penal para los crimenes que no llegan a cometerse por causas ajenas a la voluntad del criminal. No se por qué se me antojó un buen título para una compilación de mis proyectos inconclusos, que son bastantes.

En mi caso, la denominación quizá no es del todo acertada, ya que no creo haber hecho todo lo que estaba en mi mano para llevar a cabo mi misión. Más bien, por razones casi siempre relacionadas con los vaivenes de mi estabilidad emocional, los proyectos han ido perdiendo el impulso y entusiasmo necesarios para sacarlos adelante.

A veces una idea no necesita ni siquiera ser demasiado buena, basta con creer en ella y llevarla adelante hasta el final. Ese final pasa inevitablemente por darle una forma y romper el molde, aceptar la imperfección de la que estará hecha, exponerla a los demás para que la valoren; en definitiva, superar uno sus vaivenes y contradicciones para ponerse al servicio de algo más grande que nosotros.

Ultimamente vivo más en los museos y los libros que en la propia vida. Me refiero a que cuando visito una buena exposición o termino un buen libro, veo realizado hasta el final el impulso que a veces siento en la vida y que no es más que una pequeña chispa que solo indica un camino.

Admiro a los que van apilando sus proyectos con la forma final que han decidido darles, los admiro porque se desnudan y se tiran al agua. A veces les sale bien, a veces no tan bien.

Una exposición desbordante que vi el día de nochebuena: Paralelo Benet Rosell, en el Macba.