La lava es hipnótica y hermosa. Serpentea en formas onduladas
prendiendo pequeñas llamas en sus extremos. A través del fluido naranja la
tierra parece una radiografía.
En EE UU vuelve a rugir el volcán más grande del mundo, el
Mauna Loa, que entró en erupción por última vez en 1975, un año en el que el
mundo entero parecía salpicado de grandes extensiones negras de tierra quemada.
En América Latina se sucedían las dictaduras con sus desaparecidos, que dejaron
amputada a una generación entera y prepararon el terreno para que las
siguientes acometieran el asalto financiero definitivo a las instituciones
públicas. Ese mismo año la ONU proclama el Día Internacional de la Mujer, al
tiempo que en Inglaterra, ironías del destino, el partido conservador elige a
Margaret Thatcher como la presidenta que les llevará al poder cuatro años más
tarde. La Dama de Hierro tuvo 11 años
para cimentar y blindar las mismas políticas neoliberales que su homólogo
Ronald Reagan llevó a cabo en EEUU, cuyos coletazos más punzantes estamos
viviendo ahora de manera globalizada. En España, el Rey Juan Carlos tomaba el
testigo de la mano del dictador Franco para convertir al país en lo que se ha
convertido. Se instauró el modelo bipartidista y se favoreció la especulación de
los grandes capitales, en irrefrenable idilio con las estructuras del estado.
Fue una década de erupciones políticas y económicas, unos
años en los que el mundo se convirtió definitivamente en el escape de lava
sobre el que estamos parados ahora, cuando parece que vuelve a temblar la
tierra quemada.
FOTOGRAFÍA: © Reuters