martes, 23 de septiembre de 2008

CIEN AÑOS NO ES NADA

Entrada importada del Blog de Photoespaña que hice en abril.
Madrid, jueves 3 de abril de 2008

Llegué a Madrid el domingo. Pero aun no he vuelto del todo. Me cuesta aterrizar, encontrarme de nuevo en este lugar, donde sucede mi vida. Mis maletas llevan tres días abiertas y no termino de vaciarlas. Temo que algo invisible se pierda en ese tránsito. Se que lo más valioso de mi viaje lo traigo dentro de mi. Nada se pierde si uno no quiere. Sea en la forma que sea, es posible recuperar las cosas. Nunca vuelven del mismo modo, ni yo lo pretendo. Me basta un lejano recuerdo para reconciliarme con ellas. Lo importante no es lo que nos ha ocurrido sino el significado que hoy tiene en nuestra vida lo que ocurrió. Eso es lo que aprendí en este viaje.

Las mejores fotos ya están hechas. Solo hay que buscarlas.



Ha sido el viaje más intenso de todos. He tenido tiempo de mirar y de mirarme. He buscado las fotos que ya estaban hechas y he querido escuchar. Me acompañaba una grabadora de audio y una cámara de vídeo. Registros de la vida misma tal como sucede, sin imposturas. Porque la vida es la forma de arte más pura que conozco, la más honesta, la más conmovedora.

He pasado años fotografiando el desarraigo de otros, recorriendo las puertas de Europa para registrar la llegada de inmigrantes. Elegí, como siempre sin demasiada conciencia, posponer mi propia historia para contar historias ajenas.


Ahora descubro que no era así, que lo que llevo años haciendo es contar mi vida en las vidas de otros.


Soy la enésima generación en una familia de náufragos. El proceso que acabo de iniciar, lo que podría llamarse un nuevo proyecto (aunque es más bien una experiencia vital), tiene que ver con esto. He decidido remontar el siglo XX en sentido contrario, siguiendo las líneas que mis antepasados han dejado marcadas en los mapas. Es una historia de migraciones, de supervivientes a la deriva. Pero también de acontecimientos profundamente ligados a la historia universal más reciente. Un recorrido que comienza en distintos escenarios de una Europa empobrecida y convulsionada a finales del siglo XIX.
Mis bisabuelos paternos huyeron de los últimos Progrom contra judíos de la Rusia zarista de aquellos años. Iniciaron un recorrido que les llevó por parte de Europa para terminar en Argentina y Estados Unidos. Por otro lado, mis bisabuelos maternos huían de la miseria y la Gran Guerra desde Italia y España.

Todos hicieron ese viaje en barco que tantas veces hemos visto en películas de época. Ese recorrido de más de un mes a cuyo término divisaban, amontonados en cubierta, la Estatua de la Libertad de Nueva York o el Hotel de Inmigrantes del puerto de Buenos Aires.
Casi cien años después yo hice el mismo viaje en sentido contrario, junto a mis padres y mi hermano. Una vez más, empujados al desarraigo por circunstancias dramáticas.

Un siglo de por medio. Ahora comienzo a buscar. A unir los lazos invisibles que me han llevado hasta aquí.

Quiero entender y explicar no solo lo que soy hoy, sino lo que significan mis fotografías. Empiezo a comprender por qué hago las fotos que hago y que sentido tiene haber elegido esta forma de vivir la vida.


En una fotografía hay mucho más de lo que se ve. Es el registro emocional más preciso que se me ocurre. A través de ellas puedo comprender lo que sintieron mis antepasados y lo que siento yo ahora. Son mi memoria reconstruida, la manera de recuperar lo que creía perdido.


A cada fotografía una emoción, y a cada emoción un mundo. Todo lo que hemos vivido nos empuja a construir una imagen determinada. Porque las imágenes no las encontramos, suelen estar dentro de uno y hay que buscarlas. Yo busco cada vez más en los pliegues de las cosas, en esos lugares donde aparentemente no hay nada, pero donde probablemente hayan caído algunas migas que son la esencia de lo que estaba buscando. La fragilidad de mi memoria me obliga a recordar las cosas casi como se recuerdan los sueños. Creo que son esas imágenes las que me son propias, las que corren el peligro de desaparecer en cualquier momento.

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