jueves, 2 de abril de 2009

UN CAMINO DESCONOCIDO

Ultimamente tengo la sensación de no ser yo.

El otro día decidí volver a casa dando un paseo, escogiendo las calles por las que nunca había caminado. De pronto recordé la época en que salía a pasear. Salía a la calle y caminaba sin rumbo hasta que pasaba algo, generalmente sin mucha importancia, pero que tenía que ver con un estado de ánimo. Un encuentro, el descubrimiento de un lugar nuevo, el hallazgo de una idea feliz...

Debía tener 18 años y acababa de descubrir que el mundo estaba por descubrir, al menos para mi.

La cuestión es que sigo pensando que me queda todo por vivir pero, por alguna razón, he creido durante muchos años que ya no me quedaba tiempo para pasear. Ahora vuelvo a darme cuenta de que la vida que me interesa es la del hallazgo y el azar, la del tiempo perdido, los largos paseos y los cuadernos llenos de notas sin utilidad aparente.

Cada vez que decido ir por un camino desconocido ocurren cosas nuevas, imprevistas. No me refiero a la bohemia, a la vida en el límite. Los caminos desconocidos están en todas partes, también dentro de casa, sobretodo ahí.
La novedad está en la mirada, en la aceptación de la incertidumbre como parte fundamental y necesaria de nuestra relación con todo y con todos.

SENTIDOS

La mirada es una cuestion de olfato