Escuché una conversación entre fotógrafos. Se trataba de hacer un regalo a alguien. Una caja con fotografías de autor parecía un buen detalle; cercano, valioso, personal. Alguien, uno de los fotógrafos, dijo que era una opción pobre, que una fotografía no tiene valor, y menos si el que la recibe conoce a su autor. Otro de ellos se sorprendió, casi se escandalizó con la idea de que un fotógrafo no otorgue valor a su propio trabajo, al medio con el que ha decidido expresarse.
El valor de lo que somos, en ocasiones, lo da el valor que otorgamos a lo que hacemos. Si crees que lo que haces no es valioso, no merece la pena que lo sigas haciendo.