Una de las pocas cosas que se acerca de la escritura es esta: gástalo todo, dispáralo a bocajarro, piérdelo sobre la marcha, una y todas las veces que sea preciso. No conserves lo que parece provechoso para más adelante, para otra fase del libro: dalo, dalo todo, dalo ahora. El impulso de reservar algo bueno para un lugar aparentemente mejor es la señal que se necesita para gastarlo ahora, sin tardanza. Ya aparecerá algo distinto, puede que mejor, más adelante. Estas cosas se llenan por detrás, por debajo, como el agua de un pozo. Del mismo modo, el impulso de guardar para uno lo que ha aprendido no solo es vergonzoso, sino que es destructivo. Todo lo que no dé uno libre y abundantemente termina por perdérsele. Uno abre un buen día la caja fuerte y se encuentra con cenizas.
Anne Dillard
Vivir, escribir