Ya lo dijo Sartre: la inocencia es un lujo. Se refería a la necesidad de tomar partido.
Es como si no quisieramos dedicarle a las cosas el tiempo que requieren. Queremos demasiadas cosas en demasiado poco tiempo.
A veces me pregunto por qué no he profundizado lo suficiente en lo más importante. Me respondo con otra pregunta: ¿a cuántas cosas he renunciado para poder profundizar en una sola?
El primer proyecto es uno mismo. Entonces es posible lo demás. Si no tomamos partido con lo que somos, si no nos dedicamos el tiempo necesario, ¿cómo vamos a profundizar de verdad en otra cosa?
Si hay algo que realmente nos importe, entonces se trata de echarse a andar. Y desde el primer momento hacerse a la idea de que ya estamos demasiado lejos para volver atrás.
Si hablo así es porque estoy en ello, no porque mire desde el otro lado.