Basta con mirar las caras de los que te cruzas. La sensación de angustia se instala en las calles de forma inquietante.
Más allá de la evidencia de todo este plan diseñado por un puñado de enfermos para revertir el estado de las cosas y llevar al extremo el reparto de la riqueza, percibo una situación global de colapso, donde personas con mucha responsabilidad realmente no tienen ni idea de lo que está pasando y mucho menos de cómo manejarlo.
Supongo que con los años, este período de la historia que estamos viviendo se estudiará como el principio del colapso del sistema capitalista, el fin de una era. No sabemos cuánto va a durar, pero sabemos que ya no hay vuelta atrás.
Se han vivido épocas peores, mucho peores. Y entonces, como ahora, lo que nos salva es la posibilidad de mantener a salvo el mundo de los afectos, los lazos de complicidad y apoyo. Uno puede perderlo todo y seguir teniendo la sensación de que se ha salvado de algo que podría haber sido mucho peor.