Salí a recorrer la Zona, dispuesto a fotografiar algo sin nombre que se me escapaba desde el primer día. En esas últimas horas en las que ya ni había luz, quise atrapar la atmósfera alrededor del canal. Una mezcla de agua, quietud, frondosidad tropical y barcos grandes y lentos. Algo que era todo eso pero no era eso, sino otra cosa distinta, como un poco fantasmal, como si todo estuviera lentificado y denso. La humedad, el sudor en las caras, las burbujas que los cocodrilos dejan subir hasta la superficie del agua, el olor condensado de los árboles que se apelotonan en la orilla, el sonido de las chicharras, las nubes de mosquitos, la piel pegada a la ropa húmeda y el sabor dulce y óxido del aire suspendido sobre la tierra.
Quise fotografiar todo eso, pero no encontré cómo.
jueves, 31 de marzo de 2011
jueves, 24 de marzo de 2011
sábado, 19 de marzo de 2011
jueves, 17 de marzo de 2011
RITUALES
En Panamá llevo mis rollos a revelar a Foto Charlie´s en Bella Vista, el único laboratorio que queda en la ciudad. Es un establecimiento familiar, modesto, donde no parece que tengan gran volumen de trabajo. El revelado de 35mm cuesta 1 dólar y el de 120/220 sale 2 dólares. Me entregan la película enrollada, sin protección, metida en una bolsa de papel blanco. Cada vez que me ve entrar por la puerta, el chico se rie, creo que les estoy dando más trabajo del habitual. La primera vez pregunté si era un servicio profesional, de confianza. La cajera me dijo que que normalmente iba todo bien, pero que de vez en cuando la máquina se pone rara y se come los rollos, o los deja hechos un desastre. Está bien, dije, vamos a ver que pasa. Por ahora todo bien.
Es un ritual que me parece mágico. Salir a fotografiar, volver cargado de rollos y de ilusión y acercarme dando un paseo a ese lugar donde me llevo unas bolsas que son como de almacen norteamericano de los años cincuenta, parece como si fuera a por tabaco y unas cervezas, pero me traigo mis fotos ahí. Tiene mucho que ver con lo que estamos fotografiando aquí JM y yo, un mundo que ya no existe, un estilo de vida donde los detalles eran muy simbolicos y remitían a una sociedad incrustada y aislada dentro de otra. La Zona del Canal, territorio norteamericano donde los panameños no podían entrar, representaba la esencia del estilo de vida americano, el sueño inalcanzable. Y las bolsas de papel de los comisariatos, donde se compraban las cosas que no había en ningún otro lado, eran el símbolo de ese sueño.
Es un ritual que me parece mágico. Salir a fotografiar, volver cargado de rollos y de ilusión y acercarme dando un paseo a ese lugar donde me llevo unas bolsas que son como de almacen norteamericano de los años cincuenta, parece como si fuera a por tabaco y unas cervezas, pero me traigo mis fotos ahí. Tiene mucho que ver con lo que estamos fotografiando aquí JM y yo, un mundo que ya no existe, un estilo de vida donde los detalles eran muy simbolicos y remitían a una sociedad incrustada y aislada dentro de otra. La Zona del Canal, territorio norteamericano donde los panameños no podían entrar, representaba la esencia del estilo de vida americano, el sueño inalcanzable. Y las bolsas de papel de los comisariatos, donde se compraban las cosas que no había en ningún otro lado, eran el símbolo de ese sueño.
lunes, 14 de marzo de 2011
CARTOGRAFIA PERSONAL
Hacer fotografías es en cierto modo como dibujar un mapa. Uno comienza una búsqueda de forma imprecisa, siguiendo una intuición, y va creando puntos de referencia con cada fotografía. Ese mapa que vamos construyendo no existe antes de iniciar el viaje, nace de nuestros propios pasos.
Cuando ya tenemos todos los puntos hay que volver y ponerse a editar. Es como ese juego en que hay que unir los puntos para formar una figura. En nuestro caso, los puntos son las fotografías y la edición es la línea que los une. La figura que formemos va a ser nuestro mapa, el lugar al que queríamos llegar. Muchos de esos puntos/fotos habrá que desecharlos, sirvieron para buscar, pero no ayudan para crear la figura.
Mapa efímero, circunstancial, de un solo uso. Hay que construir uno nuevo para cada viaje, incluso si volvemos al mismo lugar. Así se va haciendo nuestro Atlas particular.
jueves, 10 de marzo de 2011
WHERE ARE WE GOING?
No man can know where he is going unless he knows exactly where he has been and exactly how he arrived at his present place
Maya Angelou
Encuentro la cita en un libro extraño autoeditado por el artista panameño Antonio José Guzmán, llamado The day we surrender to the air. Un proyecto multimedia en el que investiga la relación entre migración, diáspora y gravedad. Bien interesante.
Maya Angelou
Encuentro la cita en un libro extraño autoeditado por el artista panameño Antonio José Guzmán, llamado The day we surrender to the air. Un proyecto multimedia en el que investiga la relación entre migración, diáspora y gravedad. Bien interesante.
miércoles, 9 de marzo de 2011
TURBULENCIAS
Volvíamos a la ciudad de Panamá sobrevolando el Pacífico a bordo de una avioneta recién comprada por el joven caiforniano que nos llevaba. J.M. y yo nos miramos al despegar deseandonos suerte.
"Si grito agua" dijo el piloto "agarran sus salvavidas y saltan".
Siempre pienso lo mismo. Cambiaría cosas, trataría de corregir errores. Pero al fin y al cabo, si esto se cae, creo que mi vida no ha estado mal, podría haber sido mucho peor.
Con la distancia adecuada, hasta la propia tierra es irreal. Viene bien cambiar el punto de vista de vez en cuando, así sabemos lo poco que veíamos desde donde estábamos.
Las turbulencias son una cosa bien fea, uno siente que lo están centrifugando en el vacío. Nada que temer, nos dice el piloto, las turbulencias, ni en el peor de los casos, suponen un riesgo, es un miedo puramente sugestivo.
Como en la propia vida, pienso yo, las turbulencias forman parte del viaje, pero no son un peligro, solo alteran la estabilidad. El miedo, la manera de vivirlas es lo que nos puede hacer mal.
"Si grito agua" dijo el piloto "agarran sus salvavidas y saltan".
Siempre pienso lo mismo. Cambiaría cosas, trataría de corregir errores. Pero al fin y al cabo, si esto se cae, creo que mi vida no ha estado mal, podría haber sido mucho peor.
Con la distancia adecuada, hasta la propia tierra es irreal. Viene bien cambiar el punto de vista de vez en cuando, así sabemos lo poco que veíamos desde donde estábamos.
Las turbulencias son una cosa bien fea, uno siente que lo están centrifugando en el vacío. Nada que temer, nos dice el piloto, las turbulencias, ni en el peor de los casos, suponen un riesgo, es un miedo puramente sugestivo.
Como en la propia vida, pienso yo, las turbulencias forman parte del viaje, pero no son un peligro, solo alteran la estabilidad. El miedo, la manera de vivirlas es lo que nos puede hacer mal.
viernes, 4 de marzo de 2011
UN NUEVO CENTRO
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