domingo, 12 de febrero de 2012

HISTORIAS SIN MIEDO A LA EXTENSION

Ha nacido en Lima, Perú, de la mano de Marco Avilés y Daniel Silva, la editorial Cometa, que publica un periódico trimestral del mismo nombre.




www.cometacomunicacion.com


Cometa consiste, según sus editores, "en la aventura de contar historias. Historias largas, profundas, sin miedo a la extensión. Las historias extraordinarias se merecen un espacio digno".



El primer número del periódico tiene una sola crónica de 16 mil palabras y 33 fotografías. Es la historia de una familia que vive aislada de la civilización, en lo profundo de la selva amazónica. 

Está dividida en 16 capítulos que corren en 78 páginas.

El formato es de 48 centímetros de alto x 68 cm a página abierta

Y lo más lindo: tiene lectores. Muchos.

Las revistas y periódicos vienen experimentando desde hace años una metamorfosis desesperada para frenar la sangrante pérdida de lectores. Los diseñadores se afanan en recomponer la apariencia de las páginas simulando el lenguaje de internet. Desaparecen los reportajes largos, las historias con desarrollo, las fotografías grandes. La cadencia del relato deja de tener su propia naturaleza. La revista entera es una colección de píldoras narrativas breves, mutiladas, de corto efecto, que hacen que la miremos saltando de una página a otra, con movimientos espasmódicos de los ojos.

Me encuentro entre los que opinan que esta tendencia de los medios no va a conseguir su objetivo: recuperar lectores, situarse de nuevo en el lugar de referencia que alguna vez ocuparon. Pero no me indigno con ellos por hacer lo que hacen. Quiero decir, no siento nostalgia de lo que había antes ni considero una traición lo que ocurre ahora. Como en tantas circunstancias, aquí también vale la filosofía de Michael Corleone: "son solo negocios, no es nada personal".

Creo que el camino ahora se divide en dos: los que ofrecen contenido ágil, breve, de consumo rápido y los que cuentan historias sin miedo a la extensión. Ambos son interesantes, útiles, necesarios y podrán convivir armónicamente e incluso compartir el mismo perfil de lectores.

¿La plataforma? Sin duda el IPad o similares. Así leeremos todos, configurando la publicación a la medida de nuestros gustos en nuestro propio dispositivo. La misma revista será leída de manera distinta por lectores distintos.

Pero los primeros, los que ofrecen la información breve o múltiple en tiempo real, no necesitarán ya nunca más el papel. Mientras que los segundos, los de las historias más reposadas, tendrán que ofrecer, además de su impecable versión IPad, un objeto que el lector pueda, si quiere, tocar, oler, transportar. Un artefacto de lectura editado con criterio y cariño, que se guarde como cualquier otro libro valioso en nuestra biblioteca.

Las buenas historias necesitan tiempo y espacio.

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