sábado, 30 de mayo de 2009

COMUNIDAD

Pablo, un amigo argentino, me escribe un correo desde el lugar donde vive con Alicia a punto de dar a luz. Un bosque del norte de California, donde se están construyendo una casa.

Asegura que el lugar es fantástico y que "tenemos una buena comunidad".

Entonces me detengo, miro las fotos que me manda, vuelvo a leer. Era así al principio, irte de tu lugar, buscar un sitio que te guste, construir una casa, tener hijos y conocer a la comunidad, la gente que vive cerca.

Yo no conozco a los vecinos de mi propio edificio. Tampoco lo he intentado.

Es el problema de las grandes ciudades, creemos que no necesitamos a nadie, y la soledad hace estragos. Hemos reducido a la comunidad en la que vivimos a un mero decorado, lleno de extras con los que no interactuamos, pero nos resultan imprescindibles.

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