sábado, 13 de diciembre de 2008

UN DIALOGO SIN PALABRAS (IV)

Lo que de verdad me fascina del retrato es que te permite ir hasta donde te atrevas a llegar. Es una cuestión de profundidad, de decisión sobre la cantidad de brazo que queremos meter en unas aguas cuyo fondo no vemos.

Cuando era pequeño me daba miedo nadar en el mar. Temía a lo que pudiera haber debajo. Todavía sueño con eso de vez en cuando. Entonces me retaba; tenía que ser capaz de nadar hasta tal roca, o ponerme de espaldas, flotando sobre el mar, mirando el cielo abierto. Eso me hacía sudar frío, pero al mismo tiempo, cada segundo que pasaba así era un triunfo sobre el miedo, un descubrimiento de cosas que no imaginaba que pudieran pasar de ese modo.

Me pasa algo parecido con el retrato. Me da una vergüenza terrible pedir a alguien que se deje retratar. Sudo cada vez que, cámara en mano, me enfrento a alguien que espera ordenes porque se supone que yo soy el que sabe lo que vamos a hacer. Siempre pienso que están nerviosos, que quieren terminar cuanto antes. Y en realidad es a mi a quien le ocurre eso. Tal es la exitación que me produce.

Me siento desnudo. La mayoría de las veces no me atrevo a pedir lo que quiero que hagan. Temo que caigan las máscaras. Temo perder el control.

Por eso lo que de verdad me da miedo no es que me digan que no, sino que me digan que si.

3 comentarios:

el mejillon suicida. dijo...

a mi me ocurre algo parecido. Lo peor es que cuando me meto en el papel, y finjo estar al mando de la situación y pongo al retratado donde quiero y con la pose que quiero, al final me quedan peor las fotos, como más frías y secas. A veces lo intento subsanar con un fondo llamativo, pero no siempre encuentras uno!
De todas formas, te hablo de fotografías para prensa, de" aquí te pillo y aqui te mato", y sin saber nada del retratado, ni tener tiempo para hablar con él, etc...
Cuando hago fotos de alguien con quien he hablado un buen rato la cosa cambia. Pero está claro que está todo en nuestra cabeza, no hay más motivos...

zurita dijo...

Uffff, me parece tan cercano. Quizás mi preocupación no es saber que hay en el fondo"eso me atrae" mi preocupación es creer que no voy a poder llegar a la orilla. Todo el mundo supone que eres buen nadador y que llegaras con soltura, pero lo que no saben es que aveces dudas en saber flotar, dudas porque dependes de una magia que no puedes controlar, que no la dominas y tiene su propia vida, aparece y desaparece"cada día me pregunto si algún día no querrá aparecer" Pero porqué preocuparse de algo que no controlamos"quizás el éxito de llegar a la orilla es no preocuparse demasiado"QUE FACIL VERDAD"

Javier Vila dijo...

Puro Harry Callahan. Firmaría esa foto.