A los que somos ansiosos nos cuesta reservarnos algo para la siguiente ocasión.
Es un error muy grande; lo mejor de algo que nos ha gustado posiblemente esté en lo que nos queda por probar. O al menos así funciona el deseo, que, junto al miedo, es lo que mueve el mundo.
Trato de poner esto en práctica, a veces con más éxito que otras. Si conozco a alguien que me cae bien, intento dejar que naturalmente vayan aflorando afinidades y ganas de compartir más cosas. Puede que termine en una amistad, o una fructifera relación profesional, no se. Pero últimamente prefiero que eso tenga su ritmo, normalmente lento.
Lo mismo con mis proyectos, con la lectura, la cocina y los paseos. Lo mismo con todo. Intento no agotar todo lo que las cosas me pueden dar. Dejar algo para mañana.
Ya digo, lo intento...
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