Las secuelas son devastadoras. Todavía hoy resulta imposible hablar de lo que pasó sin que los fantasmas salgan de sus tumbas y, sobre todo, de sus fosas comunes, para pasearse entre los vivos haciendo supurar todas las heridas que se cerraron en falso.
En España se edificó una sociedad sobre los muertos, sin desenterrarlos primero. Como en Poltergeist.
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