martes, 12 de noviembre de 2013
AUTODEFINIDOS
Cada vez que defino lo que soy me estoy restando libertad. Y llega el momento en que, a fuerza de decir quién eres, tu perfil es predecible y tu modo de vida encorsetado.
viernes, 8 de noviembre de 2013
MEDIA HORA EN EL CIELO
En colaboración con
Ojala pases media hora en el cielo antes de que el
Diablo sepa que has muerto. Este
dicho popular irlandés da título a una de las mejores películas del prolífico Sidney
Lumet. En ella, un bróker adicto a la heroína en apuros económicos (Philip
Seymour Hoffman), trama junto a su hermano un golpe que sale estrepitosamente
mal y deriva en tragedia. “En mi vida”, admite el protagonista, “nada encaja
con nada. No soy la suma de mis partes. Mis partes no equivalen a lo que yo
soy, supongo”.
Me genera más confianza (y
estima) alguien que admite torpemente su desmoronamiento que quien, tratando de
ocultarlo, desgarra a todo el que se le pone por delante. En otra película
reciente de Robert Zemeckis titulada The
Flight, el protagonista (Denzel Washington) tarda el metraje entero en
admitir su alcoholismo. Lo hace en la cárcel, pagando una imprudencia, y “sin
embargo” confiesa “nunca me he sentido más libre”.
A Rob Ford, alcalde de
Toronto, no le llega la camisa al cuerpo, ni la corbata al cuello. Es un hombre
congestionado y explosivo que acaba de admitir su consumo de crack y abuso del
alcohol. Sin embargo, un 44% de los ciudadanos sigue apoyando su gestión. Un
hombre con problemas que parece pensar, como Parsifal en su búsqueda del Santo
Grial, que “el Mal se desvanece ante quien responde por el Bien”. Veremos; el
humano es despiadado con la debilidad humana.
A Dominique
Strauss-Khan no lo criminalizaron por aplaudir, aún al frente del FMI, la
política económica del tirano Gadafi. Ni por defender la “ceguera” del FMI
frente a la pavorosa crisis que se avecinaba. Su caída fue consecuencia del
escándalo por sus compulsivas perversiones sexuales.
Fue también en una obra
maestra de Lumet, Twelve Angry Men, donde
un solo hombre se enfrenta a los otros once miembros del jurado para que no
condenen la transgresión de lo convencional, sino los puros hechos, sin juicios
morales.
UNA PUERTA POR LA QUE ENTRAR
El arte no es una ventana por la que mirar sino una puerta por la que entrar
María de Corral
María de Corral
lunes, 4 de noviembre de 2013
sábado, 2 de noviembre de 2013
DECISIONES
La fotografía es un ejercicio de renuncia, de decisiones constantes sobre lo que queremos y, sobre todo, lo que no queremos contar.
NADA PERSONAL
Colaboración semanal en El Subjetivo de
Nada personal
No es nada personal, solo negocios, dice Michael Corleone en ‘El Padrino II’ antes de viajar a Cuba, donde las familias mafiosas de EE UU se reparten los negocios del pequeño país. Reunidos en la terraza de un hotel de La Habana, los jefes de la Mafia cortan simbólicamente una tarta con la forma de la isla, bajo la supervisión de Hyman Roth, el capo judío inspirado en Meyer Lansky, estrecho colaborador de Lucky Luciano, contable de la organización y eslabón entre el mundo criminal de la Cosa Nostra y el mundo financiero de Wall Street.
Esta escena está basada en la cumbre mafiosa que tuvo lugar en La Habana en diciembre de 1946, en la que la Honorable Sociedad diseña su modelo de negocio criminal y su progresiva infiltración en la política. Se decide convertir al Caribe en el epicentro mundial del juego, con Cuba como eje central y Lansky como administrador único de un negocio multimillonario que ambicionaba ser más grande que Las Vegas. Un proyecto que también pretende servir de lanzadera para la conquista de importantes centros de poder. Aquí estamos protegidos por un gobierno amigo, le dice Roth a Michael Corleone, ¡a noventa millas de casa! Sólo tenemos que buscar a un hombre que quiera ser presidente de los Estados Unidos y poner el dinero que lo haga posible. Michael, somos más grandes que U.S. Steel.
El triunfo de la revolución castrista frustró los ambiciosos planes de EE UU en Cuba. Desde entonces, la potencia mundial impone a la isla un lacerante embargo comercial que acaba de ser condenado en la asamblea de la ONU por 22.ª vez consecutiva, sin que ello afecte al gobierno norteamericano, para el que probablemente este asunto, como tantos otros, es una cuestión de negocios; nada personal.
Nada personal
No es nada personal, solo negocios, dice Michael Corleone en ‘El Padrino II’ antes de viajar a Cuba, donde las familias mafiosas de EE UU se reparten los negocios del pequeño país. Reunidos en la terraza de un hotel de La Habana, los jefes de la Mafia cortan simbólicamente una tarta con la forma de la isla, bajo la supervisión de Hyman Roth, el capo judío inspirado en Meyer Lansky, estrecho colaborador de Lucky Luciano, contable de la organización y eslabón entre el mundo criminal de la Cosa Nostra y el mundo financiero de Wall Street.
Esta escena está basada en la cumbre mafiosa que tuvo lugar en La Habana en diciembre de 1946, en la que la Honorable Sociedad diseña su modelo de negocio criminal y su progresiva infiltración en la política. Se decide convertir al Caribe en el epicentro mundial del juego, con Cuba como eje central y Lansky como administrador único de un negocio multimillonario que ambicionaba ser más grande que Las Vegas. Un proyecto que también pretende servir de lanzadera para la conquista de importantes centros de poder. Aquí estamos protegidos por un gobierno amigo, le dice Roth a Michael Corleone, ¡a noventa millas de casa! Sólo tenemos que buscar a un hombre que quiera ser presidente de los Estados Unidos y poner el dinero que lo haga posible. Michael, somos más grandes que U.S. Steel.
El triunfo de la revolución castrista frustró los ambiciosos planes de EE UU en Cuba. Desde entonces, la potencia mundial impone a la isla un lacerante embargo comercial que acaba de ser condenado en la asamblea de la ONU por 22.ª vez consecutiva, sin que ello afecte al gobierno norteamericano, para el que probablemente este asunto, como tantos otros, es una cuestión de negocios; nada personal.
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