domingo, 30 de mayo de 2010
LISE SARFATI
Leo una entrevista a Lise Sarfati. "Creo en los trabajos personales. No creo en los trabajos comerciales; aunque se hagan con libertad".
Estoy de acuerdo. El problema con los trabajos comerciales es que por mucho que intentes llevarlos a tu terreno, no dejan de ser fotografías al servicio de algo que no es nuestro. Me pasa continuamente. Y me produce malestar. Trato de juntar estas dos vertientes, la personal y la profesional, pero cuanto más involucrado estoy en mis trabajos personales, más dificil me resulta hacer los encargos.
Fui a ver a Sarfati en París, hace unos cinco años. Antes iba a ver a gente, gente que admiro, que pienso que puede ayudarme en mi búsqueda. Simplemente llamaba y decía que quería verles. Rara vez me dijeron que no.
"En la vida lo más importante es la gente con la que te encuentras", dice en la entrevista, "ya que a veces se generan reacciones que duran toda una vida".
Yo creo en este tipo de encuentros, también en los talleres, porque ocurre algo interesante. Uno va buscando algún tipo de orientación, y en realidad lo que queda es una o dos cosas, dichas a veces sin demasiado énfasis, cosas que se quedan en la cabeza retumbando y que con el tiempo van cobrando sentido. Y si, quedan para toda la vida.
Lise Sarfati me dió un buen repaso, me dijo lo que tenía que decirme, y se lo agradezco. Tienes que ir mucho más allá, me dijo, arriesgar y ser sincero.
martes, 18 de mayo de 2010
sábado, 15 de mayo de 2010
JOHNNY DOWD
Everybody wants to go to heaven, but nobody wants to die
Johnny Dowd
A Drunkard´s Masterpiece. Opus I
Johnny Dowd
A Drunkard´s Masterpiece. Opus I
miércoles, 12 de mayo de 2010
ESPIRAL
Tengo lo que podría llamarse un sistema de trabajo. Llego a un lugar que no conozco- esto es: cualquier lugar, ya que olvido facilmente y puedo volver a los lugares como si nunca hubiera estado- y delimito un espacio vital más bien reducido. Lo que en realidad busco es un ambiente; el tono en el que se va a desarrollar la historia. A partir de ahí solo dejo entrar en escena a aquellos personajes que guardan una relación muy estrecha con la atmosfera en la que he decidido sumergirme.
Esta manera de fotografiar me lleva siempre de la superficie a capas más profundas de lo que estoy buscando. Una profundidad que no tiene que ver con lo que encuentro, sino con la cantidad de barreras que deja de haber entre nosotros. Puedo dar vueltas a la misma manzana durante horas haciendo fotos. Siempre tengo la sensación de estar en un lugar distinto. Es como si en cada vuelta hubiera cavado un poco más hondo y ya no pisara donde lo hice la vuelta anterior, sino en otra capa distinta de la misma realidad.
La sensación que me queda es la de una espiral. Cuanto más avanzo, más consciente me hago de la distancia que aún me separa del centro, si es que lo hay.
Esta manera de fotografiar me lleva siempre de la superficie a capas más profundas de lo que estoy buscando. Una profundidad que no tiene que ver con lo que encuentro, sino con la cantidad de barreras que deja de haber entre nosotros. Puedo dar vueltas a la misma manzana durante horas haciendo fotos. Siempre tengo la sensación de estar en un lugar distinto. Es como si en cada vuelta hubiera cavado un poco más hondo y ya no pisara donde lo hice la vuelta anterior, sino en otra capa distinta de la misma realidad.
La sensación que me queda es la de una espiral. Cuanto más avanzo, más consciente me hago de la distancia que aún me separa del centro, si es que lo hay.
martes, 11 de mayo de 2010
NOTAS AL MARGEN EN UN CATALOGO DE HILO MUSICAL
El señor Serra es serio pero agradable. Parece desconfiado, solo mira a los ojos cuando éstos no le miran. Ha querido mostrarme todo el espacio de su establecimiento para que me haga una idea de lo que debemos elegir. La visita ha durado cuarenta y cinco minutos, durante los cuales el señor Serra abría puertas y describía la utilidad y distribución habitual de la estancia que estábamos contemplando.
El señor Serra me ha hecho notar que aprecia el silencio.
Su secretaria nos ha pedido un almuerzo sobrio y sin vino para consumir en la antesala de su despacho.
Apenas ha hablado durante el almuerzo, lo cual me ha obligado a llenar los silencios con detalles poco interesantes sobre mi trabajo.
Sobre la mesa del despacho hay una foto del señor Serra con dos niñas pequeñas que se parecen asombrosamente a él. Los tres están serios en la cubierta de una embarcación deportiva. El viento agita el pelo del señor Serra, pero no el de las niñas.
El señor Serra me ha despedido en la puerta mientras su secretaria me alcanzaba el abrigo y el paraguas. Me he comprometido a enviarle mi propuesta junto a las condiciones económicas en un plazo de dos días.
Desde el coche, antes de accionar el limpiaparabrisas, he visto al señor Serra tras la ventana de su despacho, de pie, con la manos en la espalda. El agua que encharcaba el cristal no me ha dejado apreciar bien la expresión de su cara, pero por un momento me ha parecido que sonreía.
El señor Serra me ha hecho notar que aprecia el silencio.
Su secretaria nos ha pedido un almuerzo sobrio y sin vino para consumir en la antesala de su despacho.
Apenas ha hablado durante el almuerzo, lo cual me ha obligado a llenar los silencios con detalles poco interesantes sobre mi trabajo.
Sobre la mesa del despacho hay una foto del señor Serra con dos niñas pequeñas que se parecen asombrosamente a él. Los tres están serios en la cubierta de una embarcación deportiva. El viento agita el pelo del señor Serra, pero no el de las niñas.
El señor Serra me ha despedido en la puerta mientras su secretaria me alcanzaba el abrigo y el paraguas. Me he comprometido a enviarle mi propuesta junto a las condiciones económicas en un plazo de dos días.
Desde el coche, antes de accionar el limpiaparabrisas, he visto al señor Serra tras la ventana de su despacho, de pie, con la manos en la espalda. El agua que encharcaba el cristal no me ha dejado apreciar bien la expresión de su cara, pero por un momento me ha parecido que sonreía.
martes, 4 de mayo de 2010
DALO TODO, DALO AHORA
Una de las pocas cosas que se acerca de la escritura es esta: gástalo todo, dispáralo a bocajarro, piérdelo sobre la marcha, una y todas las veces que sea preciso. No conserves lo que parece provechoso para más adelante, para otra fase del libro: dalo, dalo todo, dalo ahora. El impulso de reservar algo bueno para un lugar aparentemente mejor es la señal que se necesita para gastarlo ahora, sin tardanza. Ya aparecerá algo distinto, puede que mejor, más adelante. Estas cosas se llenan por detrás, por debajo, como el agua de un pozo. Del mismo modo, el impulso de guardar para uno lo que ha aprendido no solo es vergonzoso, sino que es destructivo. Todo lo que no dé uno libre y abundantemente termina por perdérsele. Uno abre un buen día la caja fuerte y se encuentra con cenizas.
Anne Dillard
Vivir, escribir
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